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LA ESPERANZA NO DEFRAUDA

Publicado: Lunes, 06 Enero 2025

Sin dudas la humanidad vive uno de los peores momentos de su historia.

El golpe de estado planetario del individualismo nos ha llevado a las catastróficas condiciones que padecemos.

En una gran parte de la población han logrado borrar todo marco valorativo. Si no hay marco valorativo, no existe un pensamiento trascendente. Sin idea de la trascendencia no hay cuidado por la casa común, ni tampoco por los seres humanos que la habitan.

Entonces nos preguntamos ¿Es posible participar de la esperanza en la sobrevivencia de la humanidad y de la tierra?

Hoy vemos que el mundo vive una situación de calamidad climática, la que, si bien alcanza a todo el planeta, los mayores sufrimientos son para los pueblos pobres y para los pobres de los pueblos. En este marco ¿Es posible generar un medio comunitario y por lo tanto inclusivo, reiniciando una comunidad local, nacional y planetaria en equilibrio entre sus miembros con equidad y justicia?

Por otra parte, nadie puede dudar que la negación de una justa distribución de los bienes genera hambrunas, migraciones, epidemias y - en definitiva- el triunfo de una política de aniquilación sobre gran parte de la humanidad. Ni pensar en la vigencia de algo parecido a la Justicia Social.

Sin Justicia Social y sin marco valorativo impera la ley de la selva, en consecuencia, las guerras se multiplican, rige la fuerza de los más poderosos y hay políticas de exterminio en diversas regiones de África, en Medio Oriente e inclusive en Europa, donde la guerra se acerca a tener dimensiones que ponen en peligro la paz mundial, no solo pensando en una conflagración europea tradicional, sino también en la utilización de armamento atómico (lo que también aparece en Medio Oriente).

Al mismo tiempo debemos destacar que la etapa en que vivimos está signada por 4 elementos centrales: a) La disrupción tecnológica (incluyendo la inteligencia artificial); b) El cambio climático (la agresión a la madre tierra); c) La pandemia; y d) La guerra.

Sin marco valorativo, con el reinado de la ley de la selva, han desaparecido casi todos los liderazgos auténticos, todo es pelea por el poder formal o real, apropiación del dinero y de los recursos naturales de las comunidades y las naciones y otros mecanismos para convertir al hombre en lobo del hombre. Lo vemos en los gobiernos europeos, en EE. UU y en muchos otros lugares del mundo.

Pero en medio de tanta desolación aparece un liderazgo realmente positivo, una voz que se levanta frente a tanta barbarie y es la del papa Francisco, que clama por la tierra que cruje en signos de muerte, la Justicia Social y la justa distribución de las riquezas, lo que cada vez parece convertirse en una lejana ilusión, mientras que una pocas personas, casi contadas con los dedos de un ser humano, acumulan irracionalmente más riqueza que el resto de la humanidad y así el planeta es un polvorín y encuentra en Francisco la única autoridad moral como para pedir el fin de esta barbarie.

Casi inexplicablemente durante mucho tiempo se habló de las “leyes de la guerra”, las que ponían límites a las acciones bélicas, así, sin normas, tampoco hay “leyes de la guerra” y desde los centros de torturas masivas, hasta el genocidio generalizado, parecen querer imponerse en esta desenfrenada carrera para eliminar a una gran porción de la población.

En este marco Francisco convoca al JUBILEO DEL AÑO 2025, donde propone objetivos para todos los sectores, pero en especial aquellos que hacen a la política y a “la cosa pública”.

La propuesta parte del espíritu de los primeros libros del Antiguo Testamento (El Levítico y el Deuteronomio) y de su asunción luego por la tradición cristiana.
El Levítico propone “El descanso de la tierra” por ese año, como modo de preservar el medio ambiente, la “Liberación de los esclavos”, reiterando luego en el Deuteronomio “Te acordarás que tú fuiste esclavo en el país de Egipto...”, este libro también propone la remisión (perdón) de las deudas – recalcándolo- para los pobres e indigentes y volviendo nuevamente al Levítico se propone el rescate de las propiedades, o sea su vuelta a aquellos que hacían usufructo de ellos.

Es decir, cuidar la naturaleza, liberar a los esclavos, restablecer la igualdad condonando las deudas (personales y de las naciones) y rescatar las propiedades.

Cuando hablamos de liberar a los esclavos estamos pensando en centrar los esfuerzos en la Dignificad de la Persona Humana, que hoy es esclava del hambre, la pobreza, que vive en condiciones que no permiten la convivencia comunitaria, sino que aumentan la exclusión, haciendo al mundo invivible.Liberar a los esclavos es también liberar a los amos. Es garantizar un trabajo digno. Sabemos que hay que repensar el mundo del trabajo, que no vivimos los tiempos de los siglos pasados, pero que hoy hay actores y hechos sustanciales: El Movimiento Obrero, la Solidaridad Popular y los Movimientos Sociales, como pilares para salir de esta crisis de pensamiento y de falta de convivencia.

Su reclamo para poner fin a la esclavitud se refiere a las nuevas formas en que esta se produce hoy, impidiendo a inmensas porciones de la humanidad contar con las prestaciones mínimas que garanticen su supervivencia, mientras que la recuperación de las propiedades hace pensar en la construcción y convivencia de un capital productivo que pueda ser a la vez personal y social.

El papa destaca la necesidad de concluir con el flagelo de la deuda, en particular en los países del sur del mundo. Somos conscientes de que las deudas deben ser canceladas, pero debemos considerar que la financiarización de la economía ha impuesto cláusulas abusivas y leoninas y que –por otra parte– quienes la deben pagar no han sido los beneficiarios de las mismas, lo que las convierte en “odiosas” y “repudiables” según el derecho natural y la legislación internacional, pero –además- vale destacar que la condena a la usura se vio plasmada desde los primeros y más antiguos códigos de la humanidad (desde el de Hammurabi, al pensamiento del derecho greco-romano, el ideario islámico, etc. y hoy es la usura la que impera.

Al mismo tiempo ¿Es demasiado soñar que las armas callen y dejen de causar destrucción y muerte?

De igual manera el papa resalta que “la deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de una misma moneda que hipoteca el futuro”.

En ese sentido además clama para que pensemos en “una nueva arquitectura financiera mundial que sea audaz y creativa”.

Refuerza su idea manifestando que: “Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad…”

Frente a la barbarie en que vivimos clama manifestando que “todos, en realidad, necesitamos recuperar la alegría de vivir, porque el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26), no puede conformarse con sobrevivir o subsistir mediocremente, amoldándose al momento presente y dejándose satisfacer solamente por realidades materiales. Eso nos encierra en el individualismo y corroe la esperanza, generando una tristeza que se anida en el corazón, volviéndonos desagradables e intolerantes.”

Para ello recuerda que “No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas no culpables”.

Por último, formula una apelación manifestando que “Los invito a que soñemos y actuemos juntos en la construcción responsable de nuestra casa común; nadie puede habitarla con tranquilidad de conciencia cuando sabe que a su alrededor hay multitud de hermanos y hermanas con hambre y también sumergidos en la exclusión social y en la vulnerabilidad. Dejar pasar esto es pecado, pecado humano, aunque uno no tenga fe, es un pecado social”.

Qué razones tiene Francisco a invitarnos a soñar. El papa es un hombre realista, que conoce la humanidad y su historia y sabe profundamente que los pueblos no se suicidan. Solo para poner ejemplos de su propio país: de la crisis del 2001 se salió no por la acción del Estado (que puesta al servicio de la sociedad puede ser positiva), ni de las ONG o de Caritas, sino que lo fue por la solidaridad que subyace en nuestros pueblos, en su capacidad de juntarse, de asistir al que está peor que uno mismo, de su capacidad de auto organización, en definitiva de su innata preocupación por el bien común.

Hoy sucede lo mismo, los poderosos y sus mandatarios parecen regocijarse de que los alimentos se pudran en los galpones, mientras tanto, florecen miles de comedores, que sin subsidios, ni auxilio estatal, dan de comer a millones de hombres, la solidaridad aflora una vez más, el empresariado –fundamentalmente el de la pequeña y mediana empresa- resiste sin despedir a quienes lo han acompañado como sus colaboradores durante muchísimos, años aunque sus ventas hayan disminuido, los sindicatos siguen otorgando atención a sus trabajadores mediante las obras sociales, los movimientos sociales, espontáneos en muchísimos casos, expresan y ponen en práctica lo solidaridad popular, un amplio sector de la Iglesia Católica y de otras Iglesias, movilizan a sus fieles y a todos los hombres de buena voluntad para asistir a los desposeídos y estos mismos se auto organizan para sobrevivir en medio del caos. En definitiva y como dijimos, los pueblos no se suicidan, los pueblos tienen en su ADN los genes de la solidaridad y del amor al prójimo y esto el clan de los poderosos no lo podrá desterrar jamás.

En definitiva, considerando la necesidad del sostenimiento de la vida sobre el planeta nos hace pensar que las propuestas del Jubileo son posibles.

Por todo ello, los abajo firmantes dirigentes políticos, sindicales, sociales, empresarios, de las ciencias, la cultura, el arte, el deporte, de diversas confesiones, etc.

MANIFESTAMOS:

1. Nuestro decidido apoyo a la invitación del papa Francisco.
2. La resolución de acompañarlo en la difusión de sus propuestas.
3. Nuestra voluntad de constituir núcleos de discusión, difusión y acción alrededor de su pensamiento para este Año Jubilar.
4. El compromiso de obrar en nuestras esferas de acción en este sentido.